domingo, 16 de febrero de 2020

¿Te quieres morir, ese?

Por Daniel Ontiveros

Les vamos a contar lo que nos pasó en un recorrido de tres días de Zapotlanejo a Zapopan, con una mezcla tóxica de pendejismo y estupidez.

Todos los días tengo que viajar de Zapotlanejo (no de la cabecera) a Zapopan, y esto que les voy a contar ocurrió el viernes y el domingo. Y con una conclusión anticipada sería, que ya entró el calor y la gente se desespera mucho más fácil, o simplemente hay una estupidez para manejar, que ya es generalizada.

En el crucero de Santa Fe, a las 7:30 de la mañana tomé hacia la libre a Guadalajara, miré hacia el lado izquierdo y ver que no vinieran carros, cuando entonces se metió un Tsuru al lado izquierdo que ya no me dejó ver, por fin pudimos ver los dos que no venía nadie para salir, cuando de repente vi que justo en la esquina derecha del carro, estaba una moto con tres hombres arriba también para avanzar, pero el poste del carro no me dejaba ver mucho. Al tipo que venía manejando, literal, le valió madres y siguió su camino, y circuló por un hilo de camino de menos de un metro con tal de pasar primero. Cuando sentí primero que se me bajó la sangre a los pies porque tuve que frenar para que pasaran, lo primero que se me vino a la mente fue en qué cabeza cabe circular tres en una moto, sin casco, sin placas, y sin una pizca de sentido común.

Se veía que iban a trabajar, y lo más seguro es que sean el sustento de su familia, pero manejando de esta forma están tentando al destino a que los atropellen en algún momento, y después se arrepientan de tomar alguna precaución, o más sencillo echarle la culpa al conductor del carro que los aviente para que les pague todo.

Ya una hora más tarde en Periférico y Enrique Díaz de León (por el rumbo de Belenes en Zapopan), en dos carriles de la salida sobre el paso a desnivel estábamos detenidos alrededor de 20 autos esperando el paso, que aunque estaba en verde no había ya más cupo. Entonces un señor vio que estaban detenidos los carros y el semáforo en verde y se aventuró a cruzarse, pero un motociclista que venía por en medio de los carriles pasó campante, hasta que claro se llevó al peatón.

La moto quedó tirada, junto con el motociclista, el peatón, el toper y un birote, todos regados a media calle. El motociclista le mentó la madre al peatón, el peatón al motociclista y cada quien siguió su camino, uno renqueando y otro que no podía prender la moto.

Ya de regreso, como a las 6 y media de la tarde, sobre el periférico, otra vez en un alto donde las filas se hacen de más de 50 vehículos, tres motociclistas venían entre los carriles, un tráiler ya no les permitió el camino, el primero frenó, el segundo y el tercero le pegaron por atrás. Y de nuevo la misma historia, mentadas de madres, gritos y sombrerazos, y cada quien siguió su camino.

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Ya para las 7 y media, -que está más oscuro-  sobre el Periférico nuevo, donde el presupuesto no alcanza para tapar los baches y menos para poner luz, estaban un grupo de niños en bicicleta cruzando de un lado para el otro la vía de 6 carriles. Su súper arma era la luz de un celular que movían para que los autos se detuvieran.

Ya este domingo en Zapotlanejo, fuimos al estacionamiento que está por la calle Juárez, a las 12 del día estaba abarrotado, y con la misma tendencia, dejamos el carro y caminando hacia la salida, los conductores sin fijarse se van en reversa, aceleran dentro del estacionamiento como si fueran arrancones. En la calle, los autos no dan el pase, los peatones tampoco cruzan por las esquinas, motos y motos pasan, sin placas, sus conductores sin caso, y niños manejando que no se ven más allá de los 12 años.

Me pregunté cómo es posible que haya tantas motos en Zapotlanejo, si los sueldos andan de entre los mil a mil quinientos pesos, y la respuesta apareció mágicamente: en la tienda El bodegón, motos con abonos de 250 pesos por semana.

A todo esto dónde está el problema, es el que vende motos baratas, el niño que maneja una moto, el conductor que no se fija al reversear, el que circula por enmedio de los carriles, el que se cruza a media calle, el tránsito que hace como que no ve. La respuesta es fácil, no tenemos ni una pizca de educación.

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