Por Daniel Ontiveros
Ya viene el onceavo festival de La Catrina en Zapotlanejo,
evento por el que se desvive el ayuntamiento para atraer visitantes para que
conozcan y consuman en el municipio, pero la balanza aún está desequilibrada.
Por 11 años, no se han podido poner de acuerdo los comerciantes
para aprovechar la visita de miles de personas que llegan a ver La Catrina más
grande del mundo, y en cuanto cae la luz, el 1 y 2 de noviembre, encuentran un
pueblo muerto.
Que tan diferente sería encontrar las tiendas abiertas del
centro de la ciudad, en un corredor ambientado al Día de Muertos y con
descuentos especiales en una veta nocturna, bien estructurada, pero no, las
ideas son tan cerradas que no se abren las tiendas más allá del horario normal
hasta que no sea la temporada, que es a mediados de noviembre, pero antes, eso
es impensable.
Por qué no crear una campaña donde el festival de La
Catrina venga acompañada de un festival donde lo típico en alimentos y prendas
de vestir se ofrezca a los visitantes. Estamos a menos de 15 días de que inicien estas festividades, y por parte de la iniciativa privada local se ve un silencio absoluto.
Este año el 2 de noviembre justo es fin de semana y se
podría aprovechar a una cantidad enorme de potenciales clientes que están a la
vuelta de la esquina, Guadalajara, pero aún estamos con la idea de que no vienen a
Zapo porque tienen Medrano, si abro la tienda en la noche tengo que pagar más a
mis trabajadores, y cientos de pretextos más.
Una vez más las oportunidades de reforzar la posición de
Zapotlanejo se las dejamos a la autoridad, para que ellos hagan todo el trabajo
y quejarnos si no resulta.
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