Por Daniel Ontiveros
Un escenario más que complicado se vislumbra con la contingencia del coronavirus, más allá de la situación sanitaria, la económica indica, será mucho peor.
Un escenario más que complicado se vislumbra con la contingencia del coronavirus, más allá de la situación sanitaria, la económica indica, será mucho peor.
La tasa de mortalidad de las personas infectadas con Covid-19 es de apenas 2% y la mayoría de las muertes han sido personas que tienen algún padecimiento crónico y de edad avanzada. El pánico ha ido creciendo en cada país donde comienzan los infectados, debido a que la contingencia sobrepasa la capacidad de los hospitales.
Las autoridades federales en México han informado que estamos blindados ante el peor panorama que se pueda presentar, pero nadie sabe en realidad qué sucederá, debido a que arrastramos desde 2019 un crecimiento nulo, y expertos pronostican una reducción del PIB para este 2020 de hasta el 4%, donde su primer semestre será muy malo.
La industria restaurantera ya resiente ventas un 90% menores ante la contingencia donde se les pidió a las personas resguardarse en casa. Esperan una contracción de la industria de un 30%. Los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas se encuentran paralizados, y esto ya ha provocado que los suministros para las armadoras automotrices no lleguen, y han anunciado suspensión de labores.
A nivel estatal, escuelas, parques, iglesias y muchas empresas han detenido labores, y ello ha paralizado la economía en apenas 4 días que lleva la medida de aislamiento social solicitada por las autoridades.
Y mientras esto sucede, el gobierno federal afirma que no hará ningún tipo de exención fiscal, y que esto lo vamos a resistir, y ha dispersado 400 mil millones de pesos para apoyos a adultos mayores.
El dólar ha estado rozando ya los 25 pesos; la Bolsa Mexicana de Valores ha estado registrando pérdidas continuas de 7% lo que provoca paros de emergencias; y el precio del petróleo se encuentra por debajo de los 20 dólares. Y la alerta sanitaria en México no ha iniciado su fase más fuerte, cuando se desencadenen las infecciones comunitarias.
Tal parece que esto es un juego para el presidente López Obrador, que ha dicho que tiene sus amuletos para protegerse, que estamos listos para todo y que sigamos repartiendo abrazos. La iniciativa privada exige estrategias claras para que el impacto económico sea los menos duro posible, y se empiezan a dar señales de que se están ocultando cifras de los contagiados, prohibiendo a laboratorios privados realizar pruebas, y seguir diciendo que no es necesario quedarse en casa.
Pero hasta cierto punto el gobierno tiene cierta razón, la dinámica económica no permite una cuarentena obligatoria, porque más de la mitad de la población vive con lo que vende o recibe de su trabajo al día, y un asilamiento obligatorio mataría a más personas que el propio virus.
En el mejor de los escenarios la contingencia disminuirá hasta el mes de abril, pero hoy, el daño económico ya está hecho, y aún falta el sanitario.

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