Daniel Ontiveros/Portal Zapotlanejo/22 de junio de 2021
Ya les he platicado varias veces las odiseas que hemos vivido en los hospitales estos últimos meses, y aquí va otra.
Tras 6 horas de haber dado de alta a nuestro familiar, la noche previa a su alta, una enfermera confundió una pastilla, y le dio a una persona con baja presión una pastilla para la hipertensión, el resultado, su frustración convertida en enojo, echándole la culpa a nosotros, y después al doctor, y mientras terminaba de culpar a quien podía, no resolvía el problema. ¿Cuál era el problema? a una paciente que tiene una presión arterial de 80/60 le dieron una pastilla antihipertensiva, en menos de una hora, el baumanómetro ya no marcaba ninguna cifra. El doctor o la enfermera indicaron por error el medicamento, que tuvo que ser compensado con inyectarle más solución vía intravenosa. Si para algo son buenos los del IMSS, son para poner suero todo el tiempo de internamiento.
Pues bueno, la dieron de alta a las 5 de la tarde, todo estuvo muy bien. Estábamos organizando una fiesta para una cumpleañera de 1 año, nuestro paciente era la principal entusiasmada en hacerla, y como no, si es su nieta. Pero a las 11 de la noche, un cansancio nos hizo notar algo raro. Le comenzamos a checar los signos vitales con el oxímetro y el bauma, y la presión otra vez baja, de dar miedo mejor dicho, 50/20.
Tras una hora de convencer a la paciente de moverla a un hospital, por fin se decidió a hacerlo, y quién va a querer ir al hospital, cuando ya es el cuarto internamiento. Llamamos a la Cruz Roja, la revisaron y trasladaron a sus instalaciones en Zapotlanejo. El médico nos dijo que esto debía ser atendido en un hospital y el traslado debía hacerse a Tepatitlán, donde está su clínica.
Sin reparos, el personal de la Cruz Roja tenía todo preparado para el traslado. En menos de medía hora ya estábamos en Urgencias del IMSS en Tepatitlán. De nueva cuenta un agradecimiento a todo el personal de Cruz Roja, que ha estado ahí para ayudarnos.
Ya en Urgencias, a las 4:15 de la mañana, así quedó marcado el ingresó. El doctor sin decir nada revisó su historial, y pa´ pronto su suero con medicamento. A las 6 de la mañana llegó el enfermero a sacar sangre para estudios, vio que nuestra paciente ya está llena de moretes de tanto piquete, y dijo, esto de seguro se lo hicieron los de la Cruz Roja, pero no, ellos a la primera habían dado con vena. Pues bueno, el enfermero como si trajera una pala escarbaba y escarbaba dentro de la vena para poder sacar sangre, tras 10 minutos de estar intento tras intento pudo llenar los tubos.
Para las 5 de la tarde, nuestro familiar había ingresado a Sala de Choque para tratar de estabilizarle la presión porque seguía en los mismos niveles en los que llegó. Se recuperó un poco y la pasaron a "piso".
Aquí le pusieron más medicamentos, con una bomba de infusión porque las cantidades tenían que ser exactas en el tratamiento.
Ahhh, olvidaba algo, desde Urgencias, también a este IMSS le llegó el desabasto, no tenían pañales, algunos tamaños de jeringas y ni algunos medicamentos, ya que mandaban a los familiares a buscar a la farmacia, no se si se acuerden, en la clínica 46 no tenían gasas y estaban usando toallas de papel.
Bueno, volviendo a los enfermeros distraídos. En el segundo día de tratamiento con la bomba de infusión donde le pasaban drogas más fuertes para estabilizar la presión, se había terminado la dosis. Llegó la enfermera y se le ocurrió una grandiosa idea, con una jeringa del 10, llena de solución salina, empujó todo lo que quedaba en la vía y de forma inmediata entró al cuerpo de nuestro familiar. El resultado: de manejar una presión de 90/60 lo máximo, comenzó con un dolor en el pecho que se le subía a la garganta y al brazo izquierdo, y la presión ya estaba arriba de 170.
¿Que pasó? Lo que no debía ocurrir, la bomba dejaba pasar las cantidades de drogas exactas para estabilizar al paciente, y la enfermera, no se cuantas veces duplicó la dosis cuando pasó el medicamento con la presión de la jeringa. Llegó la doctora, le puso su camotiza a la enfermera y esperaron a que pasara el efecto.
Tal vez es entendible que tengan muchos pacientes, que estén saturados, cansados y hasta sin ganas de trabajar algunas veces, pero en menos de 3 días, esos errores pudieron costar la vida del paciente, o dejar secuelas que no se pudieran reparar, y al final nadie tiene la culpa.
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